jueves, 15 de febrero de 2007

Taô bonito!

Vuelvo después de uno de esos extraños viajes de trabajo que me reconcilian con las carreteras y me llenan la cabeza de radios mal sintonizadas. En Madrid todo parece igual, más quieto por el frío. Lo que pasa es que mi cabeza de nuevo se ha largado de la ciudad, y ni siquiera se para en las montañas. Hoy tengo la cabeza en Cascais, por ejemplo. Y nunca he estado. Los pies, en Lisboa. El resto se reparte por el sur de Portugal.

Me he vuelto medio portuguesa de adopción a través de Internet. Me han salido extensiones en el pelo que se enredan con el aire que corre en Sintra y me imagino a todos los bebés del Cabo San Vicente calzando los zapatos de Catarina.

Los fines de semana descanso las rodillas en una casa rural de Marialva y duermo con el ojo puesto en la muñeca que Rosa ha cosido y que me devuelve la mirada desde la mecedora.

Las chicas de Ana Ventura están secretamente montando un ejército de colores reciclados. Las imagino desembarcando de un velero pirata y marchando sobre un patio de Coimbra.

Me queda por contar todo lo que haría si fuera a Japón.

No hay comentarios: