jueves, 25 de enero de 2007

No me veo reflejada

Nuestra casa va tomando forma con el tiempo, haciendo sitio a los gustos y manías de dos personas absolutamente distintas y a menudo complementarias. Nuestra casa se va amoldando a los ajustes que le imponemos y ya lleva dos años acostumbrándose a nuestros colores, a los dedos de Bruno sobre la pared, a las miradas hitlerianas hacia el gotelé, a los cuadros que se unen y se repelen en función de la temporada. Nuestra casa, claro, tiene asignaturas pendientes. Una de ellas es la interesante cantidad de espejos que te miran desde todas partes.

Empezamos con un espejo de pared de dimensiones estándar (70 x 50?), que una amiga hizo para Pablo y del que soy fan rendida. Luego llegó uno inmenso, cool, tamaño puerta, marco en madera de wengué, regalo de boda. Este se vino con nosotros a la mudanza: yo acarreaba a mi proyecto de ocho meses en la tripa, Pablo subía impertérrito los tres pisos con el espejo a cuestas.

Uno de los primeros ajustes que hicimos en la casa fue en el baño, con una estantería a medida en naranja psicodélico y un espejo nuevo, encargado a medida y de pared a pared, aunque no de suelo a techo. Para cuando llegas al dormitorio principal la sobredosis de espejo ya te ha abrumado. Porque justo detrás de la cama hay un vestidor ganado a una esquina traicionera, oculto por cuatro puertas correderas que por supuesto son de espejo.

Llevo dos años dando vueltas a la manera de ocultar esas puertas. ¿Una cortina? ¿Papel pintado en cada hoja? Esa opción es la que más me gusta por el momento, pero acepto tantas sugerencias como se os ocurran. Excepto el visillo de bolitas, estoy dispuesta a todo.

martes, 23 de enero de 2007

Rastreadora

Bucear en google es como hacer punto de cruz. Mata las horas. Conseguí mi primer trabajo en un medio digital porque sabía usar un buscador. Era 1999. Y si esto te parece una batallita, agárrate porque nos vamos áun más lejos. Esto termina en el patio de mi colegio.

Hay un tipo que sale regularmente en los titulares sobre cosas de jueces y juicios. Se le conoce por su apellido, compuesto, exacto al de un niño de mi clase. La semana pasada se me antojó descubrir si existía coincidencia o parentesco, y me puse a hurgar en google. No encontré pruebas con fundamento pero para entonces ya estaba perdida en mi propia versión de 'Class of 84'.

Uno de los niños de mi clase sale ahora hablando entre comillas. Es ingeniero de Telefónica y le citan en un artículo. La niña del chándal turquesa de felpa es fan de Valentino Rossi. Otro aparece en los registros del imdb porque es técnico de sonido. La chica de la cuarta fila que nunca quería hacer los deberes de Lengua tuvo a su padre preso por peligrosísimas ideas comunistas y la primera vez que le vio, él llevaba esposas. El que no parece tener nada que ver con los titulares de la Audiencia Nacional trabaja en una multinacional española. Uno aparece porque les han puesto una multa en Donosti. Espero que no le hayan quitado puntos.

lunes, 22 de enero de 2007

No, en serio

Voy a actualizar el blog. Pronto.

martes, 16 de enero de 2007

Estas son las mañanitas

Me despierto dos veces todos los días. O más. Si Bruno no tiene inconveniente, lo primero que oigo cada mañana es el despertador del móvil. A las seis y cuarto. Ducha-café-agua para el biberón-organización de mr.bento-donde están las llaves-matarilerilerile-salto al bus.

Son cuarentaycinco minutos de autobús por la A-6 y a esas horas el que no duerme es porque tiene la conciencia llena de asuntos turbios o cafeína. Cuando bajo en Moncloa aún me quedan veinte minutos de trayecto en dos líneas de metro y camino hacia el torniquete intentando no frotarme los ojos, dejando que mis pies-el cuello-las puntas de los dedos de la mano izquierda-los riñones se vayan reacomodando en el cuerpo después de despertarse por segunda vez.

miércoles, 10 de enero de 2007

La lista de la compra

- ITEM: Mayonesa. GRADO DE NECESIDAD (1-5): 4. ANOTACIONES AL MARGEN: Hace un montón de tiempo que no tenemos mayonesa en casa. Y no es precisamente porque genere mi propio ungüento en la thermomix. El misterio de la mayonesa está a punto de terminar. Me niego por cierto a usar el término 'mahonesa' o aceptar a quienes sí lo hacen.

- ITEM: Botiquín. GRADO DE NECESIDAD (1-5): 5. ANOTACIONES AL MARGEN: Antes este era el botiquín oficial de la casa, pero lo tunée y ahora le he ascendido a nuevas funciones, además no encajaba bien, dado su físico corpulento y algo cúbico, en las baldas del cuarto de baño.

- ITEM: Reproductor de DVD. GRADO DE NECESIDAD (1-5): 3. ANOTACIONES AL MARGEN: El futuro reproductor será el tercero en nuestro hogar. Jubilamos al primero injustamente por falta de experiencia en el mercado del consumo y el segundo murió de éxito antes de alcanzar su plenitud. Ahora necesitamos un trasto que reproduzca baby einsteins, teletubbies y cotizados episodios de los soprano, pero nos estamos empijotando con el "ya que estamos, que grabe de la tele y sepa coser con hilo doble", y se nos va de presupuesto.

- ITEM: Mermelada. GRADO DE NECESIDAD (1-5): 2. ANOTACIONES AL MARGEN: Parecido al asunto de la mayonesa, pero más inquietante. El bote anterior, de frambuesa, tardó cerca de un año en consumirse, y aún seguiría entre nosotros si no fuera porque lo usé de topping en la tarta de queso de nochevieja. Lo que pasa con la mermelada (un día hablamos de la diferencia entre mermelada y confitura) es que casi nunca te acuerdas de que está ahí, pero basta que se te acabe para que te entren unas ganas bulímicas de consumirla.

- ITEM: Peras. GRADO DE NECESIDAD (1-5): 2. ANOTACIONES AL MARGEN: Me he ganado la metapalabra google del mes con este ítem, pero es importante que entre en la lista de la compra porque Bruno las ha descubierto como alimento de culto (junto con los quesitos de la vaca que ríe y ciertas galletas). Él las llama 'patata', pero, ojo frase, a mi hijo le chiflan las peras de conferencia.

- ITEM: Butaca Astrid. GRADO DE NECESIDAD (1-5): 5. ANOTACIONES AL MARGEN: En realidad lo que necesitamos es un sofá, pero un objeto tan bonito como éste y tapizado con una tela así es mortal de necesidad, pienso.

- ITEM: Dodotis. GRADO DE NECESIDAD (1-5): 5. ANOTACIONES AL MARGEN: Bruno tiene un paquete recién abierto de pañales, pero mi nuevo yo ha decidido que nunca habrá suficientes en casa. Cuando tienes un hijo, tu economía se ve, digamos, afectada, y la tentación de recurrir a la marca blanca surge más veces de las que quisieras admitir. Esto no es pecado, ni siquiera en el mundo de los pañales. Sin embargo sí hay algo que no debes hacer NUNCA: comprar la marca Huggies. Tan cara o más que Dodot, es una mierda, con perdón del asunto. Tras varios accidentes, explosiones y ceños fruncidos mientras intentas envolver a tu hijo en un fajín almidonado, me rindo a los pies de mis Dodotis y me convierto en su sierva para los restos.

martes, 9 de enero de 2007

Six en la T4

Un día del verano pasado, Six se fue hasta la T4 para coger un avión a la casa familiar gallega. Era su primera vez en la nueva terminal. De hecho, la T4 era tan reciente que aún salía en los telediarios por razones arquitectónicas. Allí se plantó con su maletita estilo -imagino- trolley, y se puso en una fila para facturar. Llevaba ya un rato haciendo cola cuando se enteró de que antes había que sacar la tarjeta de embarque en "una maquinita". Pfff. Pues vale.

Pero el aparato expendedor también tenía su propia cola de viajeros perdidos y además sólo emitía embarques hasta media hora antes de la salida del vuelo, y entre tanta fila y tanta gaita, Six se estaba quedando sin tiempo. Miró el reloj del móvil con cierta languidez y salió de la flamante terminal en busca de un taxi. Volvió a casa y reservó plaza ese mismo día en el primer autocar destino Coruña.

En el camino de vuelta desde el aeropuerto volvió a mirar el reloj y comprobó que su vuelo aún no había despegado para cuando ella llegó a la puerta de su apartamento, trolley en mano. Por teléfono me lo explicaba días más tarde: "No llegué a perder el vuelo, simplemente no quise entrar en ese juego de estrés. Llegué unas diez horas más tarde de lo previsto, pero la mar de tranquila, ya ves.".

viernes, 5 de enero de 2007

Quiénes son esos

Trix teclea deprisa sobre nuestra conversación a cuatro bandas por mail. Kurt proporciona fotos de Paris para alimentar el debate, Dixie opina de vez en cuando, yo voy y vengo sobre los correos. El tema del minuto son las tetas de Paris. Pero Trix teclea deprisa y no para. Primero pregunta ¿qué tetas?, luego no dice nada y finalmente lo suelta: no tiene tiempo para nada, hay mucho que envolver, le abduce "el espíritu de los reyes magos" (sic), dice. Y se marcha.

Ese espíritu brilla por su ausencia en mi oficina, como en todas las oficinas del país, supongo. La idea mágica y sin ironía de que esta noche las casas se llenarán de presencias furtivas que traen regalos tiene que ser emocionante para montones de niños, y para los adultos que lo celebran. Yo no tengo ni una miga de ese espíritu. Nada. Cero. Me cuesta acordarme de la fecha, no te digo más.

Mi madre se esforzaba cuando éramos pequeñas para hacernos un regalo pequeño en Reyes, pese a los pantagruélicos excesos que depositaba Santa Claus al pie del árbol. Para el señor gordo con barba sí que se genera(ba) expectación, pero yo creo que ni de niñas flipábamos con esos tres tipos que dejaban cosas dentro de los zapatos y te amenazaban constantemente con ensuciarte de carbón la moqueta.

Para qué negarlo, mi visión de estas fechas está abducida por el angloespíritu. No soy la única. Anoche, una amiga me explicaba que "tenía que" ir a la cabalgata porque se había dado cuenta de que su hijo (4 años) "no sabe nada de estos hombres, no sabe siquiera que uno es colorado, otro blanco y otro negro (nuevamente, sic)". Cómo lo entiendo. Vamos a tener que ponernos las pilas con el espíritu de los Reyes que ha invadido a Trix para que Bruno sepa quienes son esos de la mirra, el oro y el pachuli.

jueves, 4 de enero de 2007

2006 go home

Antes, cuando escribía en inglés y en este otro sitio, me curraba un repaso al año anterior a través de todos los posts. Llevo un par de días preparando el de 2006 pero he decidido no publicarlo. Resultaría enrevesado enlazar en español a todos los textos en inglés y además en esa pinche web que tenía yo antes navegar entre páginas era un suplicio de paciencia. Pero lo peor es que al repasar los acontecimientos más grandes del año pasado apenas encuentro cosas chulas que contar y, a menos que me haga la longuis y sólo hable de Bruno y la boda de Nick y Trix, sólo puedo dar la matraca con lo mucho que me gustó alguna novelita (The Kite Runner) o lo bien que estuvo aquella comida veraniega con Kurt y F. en la Mountain Family House. El resto son noticias de las feas. Y esto no es un telediario. Así que mejor paso página pero de verdad, y el repaso al 2006 que lo hagan los 40 principales. Bonjour, enero.

miércoles, 3 de enero de 2007

Gritos en el transporte público

Celebré mi cumpleaños en un garito regulín el jueves pasado. Todo fue relativamente bien en algunos aspectos y excelente en otros. Pablo y yo llegamos tarde a mi propia fiesta (it's my party and i'm late if i want too...) porque (1) nos comimos un bonito atasco en la plaza de santa ana, (2) porque el gaier que nos iba a reservar una habitación en su hotel gaier no nos esperó 15 minutos y (3) porque, claro, tuvimos que caminar un poquito hasta dar con nuestra casa para esa noche: una habitación que misteriosamente no olía a ratas muertas, en la calle del Prado.

Llegamos al bar de la convocatoria y allí estaban Nick y Trix, que son la Pareja del Año pasado pero también del actual, ya lo veréis, lo vaticino; David, la persona más sonriente que conozco en todo Madrid; Dwalks, que nos contó anécdotas de lujo del mundo nossturno de la noche; Six, guapa y ella a rabiar; Arwen, compañera de fatigas y futura compañera de más fatigas, con su estupendo marío; F., que apareció a la vez que nosotros con aspecto de recién escapado de alguna parte con fuego y chicas chillando; la belle Marie revolucionando al personal masculino sin saberlo siquiera, Mano, en permanente aterrizaje, y por supuesto Kurt.

Las cajas-regalo de Kurt se están convirtiendo en una tendencia local que celebramos mucho. Cuando cumplí 30, me regaló una caja de las pequeñas de mudanza, llena de libros, revistas, mogollón de tarros de chuches y chocolates de disseny catalán. Era una cesta de navidad alternativa. Tomen nota los de marketing viral, directo y telemarketing.

Este año, Kurt se curró un envoltorio oficinista con una foto tuneada a lo Ouka Lele de Paris y Britney. Entre los enseres del regalo, una novelita que llevaba en mi wishlist un buen rato, a saber, la última de Palahniuk, en inglés. 'Haunted'.

Me he leído casi todas las novelas de Chuck Palahniuk y siempre tienen momentos que dan bastante repelús. Historias de supermodelos que tienen accidentes de tráfico en los que los pájaros devoran sus párpados tras el impacto, o de albañiles que esconden frases para la posteridad en el interior de las paredes de las casas que construyen. 'Haunted' no da nada de repelús. Ni grima. 'Haunted' provoca gritos. Yo ayer empecé el libro, y grité. Me parece que no voy a seguir con el libro.

Por lo que he visto, 'Haunted' es la historia de una veintena de aspirantes a escritores que contestan un anuncio en el que se ofrece una especie de retiro espiritual de tres meses para escribir la obra maestra que llevan dentro. Palahniuk te va presentando a los personajes, que en realidad están a punto de vivir un encierro repugnante donde falta lo mínimo para sobrevivir con dignidad. Total, cada uno se va presentando con un cuento escrito por ellos. El primero narra tres historias relacionadas con accidentes producidos durante la masturbación.

No recuerdo haber leído nada tan cruel y gráfico sin que se murieran los personajes (ver 'American Psycho' con más detalles y menos marcas). Tampoco recuerdo haber soltado el grito que oí salir de mi boca mientras leía el primer cuento (segundo capítulo) ayer en el metro. Afortunadamente todos los presentes tuvieron una actitud muy manhattanita y nadie se inmutó, pero mi grito se quedó ahí, suspendido delante de mi boca. Salté al epílogo, donde Palahniuk cuenta que durante las lecturas de ese cuento en algunos foros hubo gente que se desmayó. Cerré el libro y me hice una lista mental de cosas rosas y con organdí para contrarrestar los efectos de 'Haunted'.

Bajé del metro y me subí al bus que me lleva todas las tardes al pueblito. Me senté sola en la ventanilla y coloqué todos mis cachivaches (bolsos, mr. bento, prensa) en el asiento de al lado. Una mujer y su hija de unos cinco o seis años se sentaron al otro lado del pasillo. La niña miraba por la ventana y canturreaba. No había melodía, era más bien una especie de canción automática hecha con todo lo que se le venía a la cabeza. Así: "Los patos no están / Ha venido mi mamá / Suerte que tienes / Los patos sin mamá". Y luego, aunque me pareció entender mal, empezó otra serie de repeticiones: "Me van a matar / quiero morirme / me van a matar / esos patooooos / te vas a moriiiir".

La madre estaba ajetreada doblando cazadoras para ponerlas en el compartimento superior y no atendía a la canción de su niña rubia, que ya había subido el volumen de la música hasta convertirla en grito. El autobús arrancó y la niña siguió cantando sus cosas de patos y gente muerta hasta que gradualmente cerró los ojos y se echó una siesta en los brazos de su madre.

martes, 2 de enero de 2007

Irnos

Muchas veces tengo ganas de meter pocas cosas en una maleta y largarme al mar. Otras veces, también muchas, tengo ganas de meter pocas cosas en una caja y largarme a otra ciudad. Otro país. Otros timbres en otras puertas, otras luces, otras caras, otra galaxia. Y siempre tengo ganas de irme a París, aunque sea un fin de semana exprés. Porque me fascina y porque, parece mentira, nunca he estado. Nos vamos en Marzo. De este feliz 2007.