viernes, 9 de febrero de 2007

Ligera

En la oficina de objetos perdidos deben andar entre 5 y 8 kilos que no encuentro por ninguna parte. Empecé a perder peso cuando menos lo esperaba, aunque todos los manuales avisan de que tras amamantar al bebé, el cuerpo de una se va quedando más o menos como antes del embarazo. Ya. Pero es que yo en el embarazo pesaba una pequeña barbaridad.

Ha pasado más de un año y medio desde entonces, y mis piernas siguen flacas, lo del medio casi ha desaparecido y de cara estoy refea. Donde antes había pómulos y ojos, ahora hay unas rayas nuevas, alguna hendidura y colores del desierto. Algunos me dicen que lo que yo necesito es un cocidohijamía. Algunas susurran puesquesuerte. El director del banco donde nos concedieron la hiperteca me pregunta si he ido al médico. Creo que Luis del Olmo opinará en breve.

Ayer recogí los últimos análisis de este cuerpo flaco. Todo bien. Azúcar, bien. Tiroides, bien. Colesterol, bien. Hierro, bien.

- ¿Y qué tengo? -pregunto a la doctora, que me sonríe y levanta las cejas.
- Nada.
- Guay.
- ¿Qué has comido esta semana?
- (...) - A ella le voy contando los menús, a vosotros os lo ahorro.
- Pues me parece bien. Come un poco más y descansa todo lo que puedas.
- ... Vale.
- Es que has cambiado de vida, es normal.

Salgo de la consulta con mis pómulos desaparecidos, mi vida cambiada y mis análisis doblados dentro del bolso. Me siento más ligera.

1 comentario:

V dijo...

Pues con lo que te dice la doctora, yo tambien susurro "que suerte!" Que mucha mucha suerte!!!