lunes, 26 de febrero de 2007

Pues sí, la verdad

Yo llego tarde a todas partes y llegar tarde es una de las situaciones que más ansiedad me genera. Vamos bien. Llego tarde al cine, a comer a casa de mi madre, al cierre de la tienda de la esquina y a la esquina misma. Llego tarde a las tendencias, también. Pero esto ya lo he contado antes. Llego tarde a repetirme.

Con retraso sobre el horario previsto vi la última de Almodóvar, en el salón de casa y de pirata. 'Volver', como a casi todos vosotros, me pareció una película de esas en las que te gustaría quedarte atrapado, para irse al pueblo o reunirse con vecinas que ocultan a sus maridos más o menos muertos en los electrodomésticos de casa. Para tener conversaciones sobre las rusas que contratas en la pelu. Para que te den tres besos en cada carrillo.

Así que ahora que ya es tarde y que La Reina cumplió el calendario habitual de premiados, lo voy a decir. En el fondo, albergaba la esperanza de que el oscar se lo llevara Penélope.

viernes, 23 de febrero de 2007

Perspectivas

Es viernes extraño, porque no voy a salir a mi hora de la agencia, porque está todo nublado, porque el domingo me voy con Kurt al teatro (*), porque se me han diluido otros planes de otros ratos y se me abre la perspectiva de dormitar en el sofá mañana por la mañana, mientras Bruno intenta trepar por las paredes, pintar en la tele y colgarse de las cortinas que no he puesto. Viernes extraño y sorprendente que huele a hormigón. Será que hay demasiadas obras a mi alrededor.

(*) Nos vamos a ver Marat Sade, de Animalario. Como siempre, puede que esté muy bien o puede que sea terrible. Kurt y Uma son criaturas de extremos, no de medias flores. Como Arturo Cañas. En cualquier caso, ahí estará el muchacho Sanjuan, que siempre aporta.

lunes, 19 de febrero de 2007

Retro y cursi (y estupendo)

No era muy complicado ser cursi en los ochenta. Se puede compatibilizar perfectamente la coleta modelo surtidor envuelta en elástico rosa fosforito con la caída de párpados y la risa convulsa de los quince años. Que se lo digan a LovelyV. Que miren las fotos en los álbumes de mi madre. Los veranos en Francia donde las dos, una morena y una rubia, intentabámos inútilmente perder el tiempo. Fondos de armario con colores imposible, sombras de ojo beibiblú, pulseras negras de plástico de madonna. No era nada complicado.

La vida era así siempre en esos ochenta del final, pero en los veranos franceses las dos nos sumergíamos en un paréntesis de barcos a pedales y adolescentes que te metían mano en tres idiomas, bebiendo zumos primero, coca cola después y finalmente champán de melocotón. Agitábamos los brazos de pulseras negras bailando a las Bangles o INXS y hasta Etienne Daho.

La lucha diaria consistía en empujar el toque de queda de la medianoche, porque había fiesta, porque "es-que-jo-mami a los demás les dejan", porque jurábamos limpiar nuestro cuarto al día siguiente. A la mañana siguiente nos despertábamos todavía confusas por la hora que era, bajábamos a desayunar en la terraza (pain au chocolat para mí, extraños salados untables para Lovely) y veíamos pasar los barcos por el canal. Después montábamos en las bicis y nos íbamos a bañar, a perseguir adolescentes en tres idiomas o a comprar baguettes al camping. Y casi nunca ordenábamos la habitación.

La bicicleta de LovelyV era rosa. Cursi, retro y rosa, con cestita a juego y timbre. La mía era igual de cursi y de retro, pero en color amarillo apagado. Amábamos esas bicis, incluso entonces, cuando no teníamos ninguna perspectiva sobre el diseño nostálgico ni apreciábamos lo que significaba tener 15 años, la piel tostada en mate y una única obligación de aprobar Física en septiembre.

Esta mañana me he acordado de esos paréntesis franceses con LovelyV y no me ha hecho falta escuchar el True Blue de Madonna para volver al porche de madera que crujía bajo las bambas blancas, ni para saber que me encantaría volver a tener esa bici cursi de los ochenta. Seguro que le compraría una cesta como ésta.

domingo, 18 de febrero de 2007

jueves, 15 de febrero de 2007

Taô bonito!

Vuelvo después de uno de esos extraños viajes de trabajo que me reconcilian con las carreteras y me llenan la cabeza de radios mal sintonizadas. En Madrid todo parece igual, más quieto por el frío. Lo que pasa es que mi cabeza de nuevo se ha largado de la ciudad, y ni siquiera se para en las montañas. Hoy tengo la cabeza en Cascais, por ejemplo. Y nunca he estado. Los pies, en Lisboa. El resto se reparte por el sur de Portugal.

Me he vuelto medio portuguesa de adopción a través de Internet. Me han salido extensiones en el pelo que se enredan con el aire que corre en Sintra y me imagino a todos los bebés del Cabo San Vicente calzando los zapatos de Catarina.

Los fines de semana descanso las rodillas en una casa rural de Marialva y duermo con el ojo puesto en la muñeca que Rosa ha cosido y que me devuelve la mirada desde la mecedora.

Las chicas de Ana Ventura están secretamente montando un ejército de colores reciclados. Las imagino desembarcando de un velero pirata y marchando sobre un patio de Coimbra.

Me queda por contar todo lo que haría si fuera a Japón.

domingo, 11 de febrero de 2007

Después de la siesta de antes de comer



Una de las cosas que más molan de ser un niño es la cantidad de siestas que te llevas en un mismo día. Opino.

viernes, 9 de febrero de 2007

Ligera

En la oficina de objetos perdidos deben andar entre 5 y 8 kilos que no encuentro por ninguna parte. Empecé a perder peso cuando menos lo esperaba, aunque todos los manuales avisan de que tras amamantar al bebé, el cuerpo de una se va quedando más o menos como antes del embarazo. Ya. Pero es que yo en el embarazo pesaba una pequeña barbaridad.

Ha pasado más de un año y medio desde entonces, y mis piernas siguen flacas, lo del medio casi ha desaparecido y de cara estoy refea. Donde antes había pómulos y ojos, ahora hay unas rayas nuevas, alguna hendidura y colores del desierto. Algunos me dicen que lo que yo necesito es un cocidohijamía. Algunas susurran puesquesuerte. El director del banco donde nos concedieron la hiperteca me pregunta si he ido al médico. Creo que Luis del Olmo opinará en breve.

Ayer recogí los últimos análisis de este cuerpo flaco. Todo bien. Azúcar, bien. Tiroides, bien. Colesterol, bien. Hierro, bien.

- ¿Y qué tengo? -pregunto a la doctora, que me sonríe y levanta las cejas.
- Nada.
- Guay.
- ¿Qué has comido esta semana?
- (...) - A ella le voy contando los menús, a vosotros os lo ahorro.
- Pues me parece bien. Come un poco más y descansa todo lo que puedas.
- ... Vale.
- Es que has cambiado de vida, es normal.

Salgo de la consulta con mis pómulos desaparecidos, mi vida cambiada y mis análisis doblados dentro del bolso. Me siento más ligera.

martes, 6 de febrero de 2007

Caramelo

one of his first lollies everLa sensación pastosa en la boca cuando te despiertas de una siesta en el sofá. La certeza que te hace frenar en mitad de las escaleras del metro y buscar con la mirada un quiosco abierto. Tamborilear con los dedos sobre la mesa después de zamparte una trucha a la espalda. Sabes lo que es. Sabes lo que necesitas. Helado. Chocolate. Una naranja. Tres mandarinas. Tarta de queso.

Azúcar.

Hace dos sábados que Bruno probó su primera piruleta. Fue en el cumpleaños de un colega. En el parque, a una temperatura siberiana. Felicidad con sabor a fresa.

lunes, 5 de febrero de 2007

Imperfecta simple

No soy una ama de casa desesperada, nunca lo fui, y tengo una vocación nula para las cosas del querer en el hogar. Odio limpiar, apenas tengo tiempo para planchar, sudo lo mío cada vez que tengo que fregotear el baño.

No soy ama de casa, pero también le echo horas al asunto cuando termina mi jornada en la agencia. Como casi todo el mundo. No soy maruja ni loca de su casa, pero me encanta cocinar, incluso complicándome la vida. Eso me convierte en pija del supermercado, supongo, pero no en ama de casa.

Me gusta la decoración, las telas, el papel pintado, los muebles antiguos, los sofás de diseño, nuestra nueva cocina 2.0. Eso me convierte en quasi-suscriptora del AD, y poco más. No soy ama de casa, no tengo maña para compatibilizar la limpieza de las cortinas con nuestro aspirador sin bolsa. No soy multitarea, aunque lo intente a menudo.

Soy imperfecta, y bastante simple. No soy supermamá, ni wonderwoman, pero a veces, eso sí, me gustaría ser Mary Poppins.

viernes, 2 de febrero de 2007

Hiperteca

No me hables de números que implosiono.

Calentamiento global, subvenciones a familias numerosas o cantidad de urbanistas enrejados en los últimos seis meses resultan temas mucho más interesantes que la incidencia del Euribor sobre mi vida doméstica. Y sin embargo.

No me hables de gastos, de pagos, de domiciliaciones, de condiciones hipotecarias. Sobre todo no me preguntes en cuánto está la hipoteca este mes. Porque si me preguntas, lo mismo te contesto.

Putos bancos y pinches los especuladores y maldita mi hiperteca por una casa a sesenta kilómetros de Madrid.