jueves, 26 de julio de 2007

Sin documentos

Mientras medio planeta planea o disfruta de sus vacaciones, yo me voy habituando a mi nuevo trabajo (bigger, brighter, bolder) y así a priori sólo tengo cosas positivas y estimulantes qué contar. Excepto una. Así que para qué perder el tiempo con buenas nuevas, iré directita al morbo. Ayer me robaron mi recién comprada cartera con 30 euritos dentro, todas las tarjetas y la documentación brutalmente necesaria para conducir, identificarme ante las fuerzas del orden e incluso utilizar el garaje de la empresa.

Perder objetos es un pequeño golpe. Que te roben es un asco. Y que te quiten las cosas cuando están dentro de tu bolso, que está sobre tu mesa, en el lugar donde trabajas, eso ya supongo que no tiene precio. Juan, mañana me toca a mí lidiar con la DGT.

lunes, 23 de julio de 2007

No, pero bien

El blog se queda revoloteando mientras yo sigo en movimiento en varias direcciones. Me pregunto si merece la pena seguir tirando de este hilo, ahora que el tiempo me sigue ahogando. Robarle ratos al fin de semana y actualizar cada siete días me parece un poco idiota. Aguantar un trocito de medianoche porque los chicos duermen y estoy sola en el salón haciendo como que veo Seis Grados también me parece bastante idiota. Yo le doy vueltas y el blog sigue revoloteando, no sé en qué acabará todo esto.

Vosotros, ¿bien?

lunes, 16 de julio de 2007

En este ratito


En este ratito que no estaba he dado a la tecla de reinicio y he empezado una nueva sesión de mi vida. Y hemos montado todo un armario ikea. Ahora ya tengo donde colgar las perchas de mi nueva imagen corporativa. Ya solo me queda rediseñar este blog y largarme a la playa (días: -11).

miércoles, 4 de julio de 2007

Qué lástima pero adiós

En la oficina sólo está otra chica porque aún es temprano. Oigo pájaros y tráfico del barrio de Salamanca. Abro el cajón del escritorio.

Inventario: documentación seguramente prescindible al fondo; un abanico verde oscuro que nunca usaré porque me conozco (aunque no la persona que me lo regaló); un rotulador azul Bic WhiteBoard Marker para, ya saben, pizarras; una grabadora digital de voz que no funciona con ningún ordenador de la agencia; un tampax de los amarillos; una caja de Fastum en pastillas; pilas Panasonic Essential Power AA; otro rotulador pero para papel, fluorescente; un montón de tarjetas de visita envueltas en papel blanco y elásticos marrón claro; una libreta de portada histérica, de esas que me compro por arrebatos, normalmente en un Vips; crema de manos con aceite de oliva y granadina.

Si esto fuera una peli, lo metería todo en una caja de cartón de la que sobresaldría un ficus pequeño, frondoso y caminaría por el pasillo hacia la puerta con una lagrimita y una sonrisa.

Pero niet, esto no es hawaiquéguay y yo me voy contenta. Encantada de tener uno de esos retos que te inyectan de adrenalina la cabeza, triste por dejar un lugar cómodo en el que he estado francamente bien. Qué lástima pero adiós.