lunes, 18 de junio de 2007

Un rato en Barcelona

alley


Las aceras estaban pegajosas y la plaza donde viví quince días parecía otra vez a punto de derretirse. Con un ramillete de horas libres me fui corriendo hacia el Born, previo paso por la Sagrada Familia. Seguía andamiada. Seguí sin entrar.
Comí mal.
Me perdí.
Me reorienté en el metro.
Me encontré en casa otra vez.
Las aceras estaban menos pegajosas en el Born. El mar olía a mar catalán, que significa mal y bien y sobre todo pegajoso.
El avión me devolvió a casa con mucho retraso.

Siempre, siempre es un placer volver a Barcelona. Aunque sea un rato.

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