miércoles, 14 de marzo de 2007

Doble nudo

Yo estoy en el medio de las dos vidas laborales que imagino. En una, progreso adecuadamente en mi carrera. A veces necesito mejorar, a veces destaco, generalmente todo va igual. Curro y me invento proyectos, planeo dar un salto a mi propia empresa o agarrarme más fuerte a la silla, pero el caso es seguir olfateando alguna meta de esas que te hacen millonaria en tu cabeza, terriblemente poderosa (con risa malévola para rematar el conjunto) o simplemente satisfecha.

Conocí a una chica que con 18 años se veía en un futuro caminando por la calle con un montón de bolsas en la mano y una pamela en la cabeza. Y lo decía completamente en serio. Esa imagen se me ha quedado grabada en el disco duro de los momentos surrealistas. Yo me imagino casi igual que ahora y sin pamela. Con más paciencia, con más contactos de trabajo, con más argumentos, con más experiencia. En una de mis vidas laborales imaginadas eso se alcanza siendo rápida, aprendiendo muy deprisa, internándome en mundos que me interesan menos pero me aportan más y utilizando palabras en inglés con más frecuencia de lo necesario.

En la otra vida posible, eso da igual. En la otra vida yo lo que quiero es improvisar. Saber que, si quiero y queremos todos, nuestra casa puede estar en San Lorenzo o en Punta del Este. Que soy periodista aquí pero también puedo ser escritora en Cádiz, traductora en Chicutimi y consultora de comunicación en Florencia. En la otra vida caben más vidas porque nada está atado con doble nudo y lo importante es estar juntos en un sitio que nos deja estar juntos.

A veces me pregunto por qué no estoy instalada en la feliz inestabilidad de la segunda vida. Veo todas y cada una de mis responsabilidades, veo la hipoteca, las facturas, el coche en el taller, las comisiones, el seguro, la visa, la conexión adsl. Veo el doble nudo. Y tengo unas ganas irresistibles de deshacerlo despacito.

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