miércoles, 7 de marzo de 2007

Caché

Me senté al lado del tipo moreno con edad indeterminada. En la sala ya había unas cinco personas. Eran las siete en punto de la mañana y el impacto del madrugón no me dejó sentir los nervios del verdadero primer día de curro. Aún tengo el cuaderno en el que apuntaba lo que el hombre me iba diciendo, mostrándome en el Mac la página de text edit sobre la que estaba volcando el contenido entero del periódico. Febrero. 1999. < a href> < docs>. Secciones. FTP.

Después llegaron los rudimentos del Page Mill, cagarla al subir las páginas al servidor ("¿quién tiene sociedad? ¿quién coño ha cogido sociedad y no lo ha dicho?"), un curso tardío de dreamweaver, el colega que se sienta a mi lado un momento para contarme que el flash lo va a revolucionar todo (cierto) y el froggle también (en fin), el web mail que amplía su capacidad, los chicos de infografía que desembarcan, la estúpida alegría por entender el código, el peso de las fotos que ya no importa tanto, los vídeos, ¿qué es el streaming? y la ejecutiva que pregunta "si vas a coger las imágenes de mi web ¿qué haré para rellenar los agujeros?", la nochevieja más geek de mi vida, los mails de los amigos, mi blog que se queda en la caché, los chats con las compañeras de turno (de tarde), el icono de la carpeta azul.

Si no lo has visto donde Juan, yo te lo pongo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ehhhhh... tu tendrás caché para tus cosas, yo que siempre he sido muy desordenado las amontono, y desde encima de esa montaña empieza a dar un poquito de vértigo cuando miras para abajo... eso si, cuando miras para arriba tampoco se ve el final, así que seguiremos haciendo cosas y amontonándolas...