miércoles, 4 de julio de 2007

Qué lástima pero adiós

En la oficina sólo está otra chica porque aún es temprano. Oigo pájaros y tráfico del barrio de Salamanca. Abro el cajón del escritorio.

Inventario: documentación seguramente prescindible al fondo; un abanico verde oscuro que nunca usaré porque me conozco (aunque no la persona que me lo regaló); un rotulador azul Bic WhiteBoard Marker para, ya saben, pizarras; una grabadora digital de voz que no funciona con ningún ordenador de la agencia; un tampax de los amarillos; una caja de Fastum en pastillas; pilas Panasonic Essential Power AA; otro rotulador pero para papel, fluorescente; un montón de tarjetas de visita envueltas en papel blanco y elásticos marrón claro; una libreta de portada histérica, de esas que me compro por arrebatos, normalmente en un Vips; crema de manos con aceite de oliva y granadina.

Si esto fuera una peli, lo metería todo en una caja de cartón de la que sobresaldría un ficus pequeño, frondoso y caminaría por el pasillo hacia la puerta con una lagrimita y una sonrisa.

Pero niet, esto no es hawaiquéguay y yo me voy contenta. Encantada de tener uno de esos retos que te inyectan de adrenalina la cabeza, triste por dejar un lugar cómodo en el que he estado francamente bien. Qué lástima pero adiós.

4 comentarios:

May dijo...

Yo no quiero despedirrrrdla, porque si lo pienso se me emborronan los ojos, con lo llorona que soy. Voy a hacer como si te fueras de vacaciones, un poco lagas, eso sí. Nos vemos a la vuelta del verano.

Unknown dijo...

Seguramente, nena, seguramente.
:D

V dijo...

¡Que emoción!¡Que curiosidad! Vivement le week-end pour avoir plus de détails =)

Hans dijo...

Besos, niña: que todo vaya bien. Ya informarás :-D