
Pero el aparato expendedor también tenía su propia cola de viajeros perdidos y además sólo emitía embarques hasta media hora antes de la salida del vuelo, y entre tanta fila y tanta gaita, Six se estaba quedando sin tiempo. Miró el reloj del móvil con cierta languidez y salió de la flamante terminal en busca de un taxi. Volvió a casa y reservó plaza ese mismo día en el primer autocar destino Coruña.
En el camino de vuelta desde el aeropuerto volvió a mirar el reloj y comprobó que su vuelo aún no había despegado para cuando ella llegó a la puerta de su apartamento, trolley en mano. Por teléfono me lo explicaba días más tarde: "No llegué a perder el vuelo, simplemente no quise entrar en ese juego de estrés. Llegué unas diez horas más tarde de lo previsto, pero la mar de tranquila, ya ves.".
1 comentario:
Pero... ¿quién es esa persona formidable? Rendido quedo a sus pies! Qué saber estar!
(La palabra de comprobación que me ha tocado es wemvum. Sounds nice!)
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