
Me impresionó que un lugar que he visto tantas veces en fotos, en pelis, en libros y en las historias de la gente no me defraudara en absoluto. El color de las calles es distinto al de cualquier otra ciudad. Cuando descubres los tejados de París da un poco de vergüenza porque te das cuenta de las veces que has visto copias malas en la calle Serrano, en San Sebastián, en San Petersburgo y en el Soho.
Subí a la Eiffel porque todo el mundo me gritaba que debía hacerlo, incluyendo las voces más roncas de mi cabeza, así que sepulté la cabeza en el hombro de Pablo para el tramo final de la torre y lloré con alevosía hasta que se detuvo el ascensor. Mereció tanto la pena que al volver me envalentoné y abrí los ojos en la bajada. Eso también valió la pena.

Los parisinos, bien. Camareros amables y peatones sonrientes dinamitaron mis prejuicios en un periquete. Pablo se enamoraba un poco de las parisinas con melena lacia, yo me quedaba mirando a los mulatos con el pelo disparado en Montmartre. Los dos caímos rendidos del Museo d'Orsay, porque es un edificio brutalmente bonito y porque subes a la quinta planta y te encuentras ala pum con los pasteles de Degas, con cuadros de Van Gogh, con ventanas abiertas al otro lado del río.
El caso es que París me gustó. Es muy bonito.
1 comentario:
C'est vrai: Paris es muy bonito. Sin embargo, eso de los camareros amables y los peatones sonrientes... Llevo casi 2 años viviendo en esta hermosa ciudad y aún no me siento de aquí. La gente no me hace sentirme de aquí.
Lo de la melena lacia de las parisinas es también cierto! Eso y lo bien que se hacen la raya del ojo estilo "smoky" para ir al lycée o a la fac es lo que más envidia me da!
Yo no soy tan mañosa.
...Tal vez porque no soy de aquí
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