Soy una cotorra. En Internet parloteo más en inglés (
aquí) pero me he cargado el blog temporalmente, así que salgo de la anglojaula y os cuento. De paso pruebo el beta de Blogger.
Yo no sé si este ambivalence a la hispana tiene mucho futuro, porque ya llevo años con el otro, y de pronto fulminarme a los lectores en inglés me parece un poco nazi. He visto montones de blogs nuevecitos que se aturullan y se quedan en suspenso después de un par de meses, así que a este no le doy mucho más. Yo misma ya me he cargado varios. Una vez hasta me abrí uno de esos de Microsoft, más que nada por hacer de
betatester para Oscar, que curra allí.
A la cotorra se le está haciendo muy raro hablar en español. Pero ahora me siento liberada porque puedo hablar de más cosas, como las elecciones de armario de Elsa Pakita o por qué el libro de Ruiz Zafón me pareció poco apropiado para adultos. A los bloggers del norte de Inglaterra y del este de Wisconsin no les gusta debatir conmigo la conveniencia de una segunda temporada de Mujeres en La 2. Es lo que hay.
Yo empecé a escribir en inglés por varias razones. Quería ser un poco anónima, aunque eso quedó en nada (lo único que no veis es mi nombre real) y quería, precisamente, no resultar demasiado local. Un blog que llegara a más gente. Ya sé lo del número de hispanohablantes y tal, pero es que también me gusta la idea de crear mi otro yo en otro idioma. Vamos viendo.
Esta Navidad la cotorra quiere: más tiempo para estar con mi hijo, más tiempo para disfrutar la vida con mi chico, más tiempo para ver a mis colegas, más tiempo para cocinar y para coser camisetas, más tiempo para escribir y dibujar, y mucho más tiempo para dormir. También quiere un bote de colonia nuevo, que se le ha acabado el suyo y la cotorra tiene que oler a cocochanel para ser ella misma. De la lista de los demás ya he tachado algunos regalos, pero aún quedan tiendas por pisar. Buscaré tiempo.